viernes, 16 de diciembre de 2016

Armando Severino Hernández López: una imagen para compartir

Armando Severino Hernández López: una imagen para compartir



Por: Madelín Ramírez

Sin cita previa 

Llegué a su oficina sin previo aviso corriendo el riesgo de que estuviera en una cobertura o involucrado en alguna de las tantas tareas que asume a diario. Nunca antes le había visto aunque ya sabía de él, de su entrega al fotoperiodismo y del largo camino que lo ancla a la Ciudad Deportiva.

Este fotógrafo de 71 años nació el 8 enero de 1946 en el poblado de Sitiecito, perteneciente a Zagua la Grande en la provincia de Villa Clara. Allí vivió hasta que a los 8 años su madre contrajo matrimonio por segunda ocasión y lo trajo a La Habana. En Sitiecito llegó hasta el segundo grado pero ya en la capital decidió ayudar a su padrastro. Con apenas 12 años limpiaba zapatos, vendía granizado, periódico o cualquier otra cosa que le pudiera dar unas pesetas, como tantos otros niños por aquella época.
Fue una etapa dura aunque logró reincorporarse a los estudios y hacer el sexto grado en la escuela pública número 43 ubicada donde está hoy la Liga Contra la Ceguera. Tiempo después  cursó estudios en la Facultad Obrera Campesina y más tarde matriculó la carrera de Periodismo, pero el exceso de trabajo le llevó a ceder ese lugar a los más jóvenes.
Intentó estudiar licenciatura en Educación física, empezó y otra vez el trabajo, las responsabilidades y las prioridades. El último intento fue mucho mayor "quise sentarme en el aula otra vez, aunque no fuera como matrícula oficial, dispuesto a cargar mi propia silla y sin esperar diploma, pero no me lo permitieron. Me lo propuse muchas veces y no lo conseguí. Es algo que siempre he lamentado".

Por debajo de sus dedos

Cuenta Armando que su cuñado trabajaba en la Dirección General de Deporte como se llamó inicialmente lo que hoy conocemos como INDER. Haciéndose pasar por un primo de él fingió tener 18 años cuando en realidad tenía solo 14 y consiguió así trabajo como auxiliar de limpieza en el coliseo de la Ciudad Deportiva.
Fue limpiando el departamento de fotografía que conoció a Jesús Rocamora, jefe de ese departamento y fue él quien le brindó la gran oportunidad que cambió su vida.
"Cuando me empiezan a enseñar introduciendo los dedos en la química empecé a ver, por debajo de mis manos, una imagen que se hacía más y más nítida. Desde ese día me fascinó la fotografía", confiesa.
Cuenta que después le dieron una cámara y que las primeras fotos que tomó fueron flores, por el temor de pararse frente a alguien e invadir su espacio. "las flores se mueven, pero no protestan".  Esas lecciones de los más experimentados lo colocaron en el entonces largo camino entre el momento de tomar la foto con un rollito, el revelarlo, la impresión con la ampliadora y ese mundo de luces y químicas que concluye con el secado de la foto para finalmente tener la imagen en sus manos.

Después de las flores

"Cuando supe que ya podía  tirar a las personas me convertí en ayudante de los fotógrafos. Yo les cargaba las maletas con lentes y equipos pesados. Mientras ellos trabajaban sacaba  mi camarita y hacía mis fotos y después las comparaba con las suyas y ellos me iban explicando".  
Las flores fueron entonces sustituidas por eventos deportivos, competencias y un buen día lo mandaron a retratar a un dirigente. "José Llanuza era el presidente del INDER. Al pararme frente a él las piernas me temblaban entre los pantalones. Era una responsabilidad y un voto de confianza. O lo hacía bien, o perdía la oportunidad, y al parecer lo hice bien"
Mucho ha llovido desde entonces  pero Armando confiesa que continúa aprendiendo. También realizó labor de proyeccionista cuando visitaban los consejos populares deportivos para mostrar películas de deporte, otra buena experiencia, aunque ya nada podría sustituir el lugar que la fotografía ocupaba en su vida.

Colgada en la sala de su casa

 Acompañaba entonces a una delegación de futbol.  Visitaban la Laguna de la Leche en Camagüey y justo ante sus ojos  pasaba un hombre en una pequeña barca rústica. Armando tiró la foto del hombre en su barca y del reflejo en el agua  y de toda la belleza que le inspiraba. Una foto en blanco y negro que después iluminó a mano y que durante mucho tiempo estuvo colgada en la sala de su casa.
Con apenas 21 años, en 1967, le enviaron a México a una semana preolímpica. Otra sorpresa y una prueba de fuego. Los resultados de ese trabajo le permitieron después cubrir la Olimpiada de México en el año 68. "eso para mí fue el reconocerme como fotógrafo y por eso estoy aquí. Sumaron muchos juegos centro americanos, panamericanos, olimpiadas, paraolimpiadas y otros torneos internacionales en el extranjero o aquí en Cuba. Desde ese entonces suman más de 40 países y algunos de ellos visitados en más de una ocasión".

No hacen falta títulos para crecer

Aunque no es universitario estuvo muchas veces frente a un aula como profesor. Impartió varios cursos de fotografía donde surgieron fotógrafos y camarógrafos. "Íbamos a las provincias y dábamos cursos y talleres para que la gente se superara en la teoría y la práctica y de esa forma también me superaba yo".
Ese mismo Armando, sin títulos que acrediten su conocimiento es autor de 7 libros y tiene otros 3 proyectos en proceso de revisión o esperando en imprenta y es que desde joven es un gran lector, sobre todo de temas históricos.
Además de leer acostumbraba a recortar y conservar las cosas que le gustaban. Para cuando llega el período especial los rollos escaseaban y los eventos a cubrir disminuían dramáticamente. Se le antojó entonces que con toda la información que había recopilado podría ocupar esas horas "libres" en algo útil y decidió hacer un libro sobre el deporte, de carácter histórico y estadístico.
Claro que pidió ayuda a profesionales capacitados, pero nadie se animaba, así que se aventuró a escribir con la cercana ayuda de su esposa, siempre dispuesta a revisar y corregir sus borradores y tolerante ante la euforia de un aprendiz de escritor que corría a los cuadernos a cualquier hora de la madrugada, para que la idea no se le escapara. Cuando finalmente le publicaron el primer título se entusiasmó tanto que pronto llegó el segundo, el tercero, y los demás...
"yo no soy escritor, soy un fresco, tengo siempre los bolsillos llenos de papelitos y la cabeza repleta de ideas pero paradójicamente aún no he escrito un libro de fotografía, las imágenes que uso en mis textos son de carácter ilustrativo, histórico". 

Los años van haciendo mella

"Tengo algunos proyectos por terminar antes de la jubilación que está ya tocando a la puerta. El fotógrafo deportivo tiene que prepararse físicamente. las competencias son muy seguidas en cuanto a calendario. En eventos múltiples debes moverte constantemente con equipos muy pesados. Siempre le digo a los jóvenes que si no tienen preparación física y técnica están fuera del juego".
Recuerda los años en que pertenecía al Club Martina en el estadio de la Tropical. Allí practicaba salto largo. "Caminaba desde la Lisa hasta el Estadio Pedro Marrero, saltaba y regresaba a casa con mi malta" cuenta con una sonrisa pícara.
Y es que Armando se impone metas y las cumple. Así sucedió después del mundial de caza submarina donde decidió aprender a bucear para poder retratar las maravillas subacuáticas. Practicó también natación y prometía ser bueno en el remo "pero cuando llegaron los eventos me dijeron que debía escoger entre los remos o la fotografía...y aquí estoy".
Desde los noventa hasta hace apenas dos años Armando andaba siempre en bicicleta. Solo bajó de ella después de una operación de rótula, pero eso no lo detuvo. Desde ese entonces camina cerca de 8 kilómetros a diario: "Pienso que para lograr las cosas hay que imponerse metas, y yo siempre me pongo metas altas".

Imágenes para fotografiar

La fotografía deportiva puede ser también artística, creativa. El fotógrafo siempre está buscando la expresión del atleta, la precisión en la competencia, la alegría por la medalla pero también el dolor y la tristeza  ante el fracaso.
"Todos esas imágenes se pueden fotografiar", explica, aunque a lo largo de los años se ha percatado de que  nuestros atletas son, en ocasiones, muy exigentes consigo mismo y eso les impide disfrutar un segundo o tercer lugar que son, a su juicio, triunfos para celebrar.  
Aunque ha cubierto muchas otras disciplinas Armando confiesa que prefiere el beisbol, el voleibol, el boxeo y el atletismo. Este último le permitió tomar algunas de las imágenes más entrañables para él. Fueron las históricas victorias de Alberto Juantorena en Montreal 1976.
"A mí me parecía que a través de la cámara yo corría con él. Hoy trabajamos aquí, casi codo con codo. Su amistad, su cariño y su grandeza de estatura y en el deporte me hacen admirarlo de manera particular".
Por haber cubierto varias disciplinas durante tantos años tuvo muchas oportunidades de fotografiar a Fidel, como aquel día en que Armando salía de la oficina en horas de la noche después de un juego de voleibol o baloncesto y casi choca con el Comandante en el pasillo. "Yo me quedé sin saber qué hacer y él me dice: Buenas noches, vengo aquí a ver si me retrato con el equipo".
"El Che en cambio tenía un carácter duro con los fotógrafos", explica Armando. "Cuando empezó a jugar ajedrez aquí en la Ciudad Deportiva nos ponía caritas. En una ocasión José Luis Barrera, el comisionado de Ajedrez, me regañó porque yo no había hecho la foto del Che y yo le dije que él no me dejaba".
"Ellos hablaron y luego el Che me llama y me dice: me vas a tirar solo 3 fotos,  y yo tiré. Después, en el 64, cortando caña en una competencia con la brigada de él y la brigada del INDER jugué ajedrez con él y nos tomamos una fotografía con una camarita de cajón, allí aproveche y le conté la anécdota. Desde ese entonces, como yo sabía que no le gustaba, me quedaba lejos con un telefoto, aunque siempre corrías el riesgo de que te regañara".

En el deporte todo sucede muy rápido 

Durante unos segundos pareciera viajar en el tiempo y de inmediato regresa con una lección "En el universo de la fotografía siempre hay algo nuevo que aprender. Es importante moverse constantemente, buscar".
Armando admite que muchas veces tiró cumpleaños, bodas y bautizos, pero cuando el jefe del departamento le dio la posibilidad de estar en la nómina como fotógrafo oficial, dejó todo lo demás para entregarse a la fotografía deportiva. Se trata de una especialización que exige mucho del fotógrafo.
"Aquí no se trata solo de hacer una buena imagen desde el punto de vista fotográfico, sino de lograr mostrar la buena técnica de un campeón y para eso debes conocer a profundidad la disciplina que estás cubriendo".
Al preguntarle sobre los elementos que se necesitan para lograr hacer una buena foto deportiva explica que incluyen la situación, el evento, la calidad del atleta, la preparación del fotógrafo y el empeño que le ponga.
"Yo siempre miraba a los más viejos y trataba de hacer algo parecido buscando un ángulo diferente. Hay que moverse y hay que pensar antes de tirar. A veces estamos limitados en cuando a la posición, pero ahí debes valerte de otros lentes y de mucha creatividad. Debes estar atento, de lo contrario corres el riesgo de perder una buena acción" e insiste "En el deporte todo sucede muy rápido".

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